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[jesusmatron]

MERCEDES GONZALO, MATRONA
«Los dos viven el parto, mucho más que antes»


Su récord está en seis bebés en una noche. Mercedes Gonzalo lleva 20 años atendiendo partos en Cruces; ha ayudado a traer al mundo a miles de niños. Alguna vez la confundieron con la madre de la parturienta, de tanto cariño que ponía en su trabajo, de tanta delicadeza que emplea para facilitar el trago: «Es lo más bonito que me ha pasado. Este trabajo es maravilloso».
«Los dos viven el parto, mucho más que antes»

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DANDO LAS GRACIAS a Mercedes, la matrona, y a Karmele.

Así sucedió el otro día, cuando, al terminar, Walison se abalanzó sobre ella y sus ayudantes, Karmele Garrastatxu y Marina Agudo, para abrazarlas por el trato dispensado. Mercedes ha visto a muchos padres, conoce sus reacciones y cómo ha cambiado el rol que éstos desempeñan en el paritorio.

«Hace veinte años, eran las madres las que ayudaban a sus hijas en el paritorio, ellos delegaban ese papel porque se mareaban, no se sentían capaces. Ahora las relaciones son más igualitarias y han asumido su parte de apoyo, cooperan; el padre y la madre viven el parto juntos, más que antes».

Mercedes ha visto muchas cosas. «Me encontré con un padre que quería controlarlo todo. Cuando a ella le bajó la tensión y le mandé salir, no hizo caso. 'Quiero quedarme para que al niño no le pase nada', decía. 'Por favor, salga', tuve que repetirle, y salió, pero dejó la puerta entreabierta y se quedó en cuclillas mirando hasta que cerré. Luego me pidieron disculpas».

Hace falta un permiso para que un padre grabe el parto. «Una vez, el marido me decía cámara en mano, 'ponte para la derecha, ahora a la izquierda', y no puede ser». Pero son casos raros, los padres han aprendido a comportarse y la mayoría se quedan como mudos: «Es que ya no demostramos tanto los sentimientos, tanto ellos como ellas. Antes lloraban más, decían '¿ay, qué bonito, qué bonito!'. Hoy les preguntas por el bebé y dicen 'ah, muy bien'».

Se acuerda de cuando no existía epidural y «las mujeres parían a grito pelado. Una le decía a su marido que me pegara, y el hombre me miraba sin saber qué hacer. Y ahora se piensan que esto es el colmo del dolor. Hoy hay menos respeto, te dicen 'joder, cómo duele, sácamelo ya', como si no fuera cosa de ellas. Eso antes era impensable...».[addsig]